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“Trump en Oriente Medio: El chico que soñaba con un cerillo y un bidón de gasolina”

“Extendemos nuestra mano a Israel, a los palestinos y a todos sus vecinos; que haya paz”, fueron las palabras del Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en el marco de la inauguración de la Embajada de ese país en Jerusalén el pasado lunes 14 de mayo, día en el cual se conmemoraban 70 años de la creación del Estado de Israel, pero ¿realmente puede haber paz?

El conflicto entre Palestina e Israel tiene casi 100 años. Luego de la Primera Guerra Mundial y la caída del Imperio Otomano, Sir. Mark Sykes un barón de Yorkshire y un anglófobo diplomático francés François Georges-Picot, dividieron el Imperio Otomano de Medio Oriente, resultando prácticamente en dibujar una línea diagonal en la arena, que nacía en las costas del Mediterráneo y llegaba hasta las montañas que delimitaban la frontera persa. De acuerdo a la negociación de ambos, el norte pertenecería a Francia y el sur a Gran Bretaña, lo cual significaba que Gran Bretaña quedaría al mando del territorio conocido en ese entonces como Palestina. Las ventajas estratégicas de Gran Bretaña eran evidentes: podría construir un puente, entre el este del Mediterráneo y los campos petroleros de Irak, además la posesión de Palestina, le podría conceder una posición muy favorecedora ante los sionistas europeos (judíos que promovían la recuperación de la tierra prometida), quienes soñaban con tener el respaldo de una potencia para acabar los más de 2000 años en el exilio de la tierra de Israel. El ex primer ministro británico Arthur Balfour, estaba convencido de que los judíos tenían el derecho de regresar a la tierra prometida. Precisamente en noviembre de 1917 se firmó un documento que lleva su nombre, “La Declaración de Balfour”, donde se sientan las bases del Estado de Israel moderno. Esta declaración, establecía a Palestina como nación para los judíos, pero no hacía referencia a los árabes que habitaban en la región, quienes representaban el 90% de la población en ese entonces. El documento, creó una guerra que algunos analistas han llamado “La Guerra sin fin”.

Luego del antisemitismo que proliferó en Europa después de la Primera Guerra Mundial, y que derivó en la Alemania nazi, ocasionando la muerte de 6 millones de judíos, se acentuó la efervescencia del movimiento sionista, quienes, luego de la Segunda Guerra Mundial, consideraban que la única manera de estar protegidos era estableciéndose en su propio Estado: Israel, la tierra prometida.

Largo ha sido el conflicto y lejos parece estar de una solución. Hace algunos días, un periodista del New York Times se refería al conflicto:” La paz más lejos de alcanzarse que nunca”. La declaración, selló en 67 palabras, uno de los conflictos más sangrientos de la historia reciente. La misma historia, nos ha demostrado que el desconocimiento de los actores en alguna controversia o situación, genera conflictos; y esto es exactamente lo que ocurrió con la Declaración de Balfour.

En un ya tenso Oriente Medio, era de esperarse que la decisión por parte de Estados Unidos de trasladar su embajada a Jerusalén, fuese catalogado o percibido como un acto hostil por parte de los países árabes, pero en especial por parte de los palestinos. La retórica bélica de Donald Trump, muestra al mundo que el primer mandatario estadounidense al parecer, recurre a lo que se conoce como “Mad Man Theory” o “Teoría del Loco”, por cierto muy utilizada por el Ex-Presidente Nixon. Pero si no funcionó durante la administración del protagonista del escándalo Watergate; ¿qué le hace pensar a los asesores de Washington que funcionará en esta ocasión?

Lo cierto es que, luego de la decisión de trasladar la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalem y de retirarse unilateralmente del acuerdo nuclear de Irán, ( a pesar de que la IAEA desde 2009, no haya mostrado pruebas que certifiquen la proliferación nuclear de Irán, y a pesar del miedo justificado por parte de Israel de que esto ocurra) , no hace si no encender un cerillo en medio de un granero lleno de paja rociado con combustible.

Estados Unidos pierde el papel de mediador que había logrado durante muchos años, papel que desempeñó Egipto de alguna manera, para lograr el cese al fuego en el último enfrentamiento entre israelíes y palestinos en 2014, que dejó más de 6,000 muertos y más de 10,000 heridos.

Muchos han sido los intentos por lograr la paz en un conflicto que parece no tener fin, en algún momento de la historia, ha habido un atisbo de una resolución pacífica a este enfrentamiento que ha permanecido durante décadas, sin embargo hoy, parece estar “más lejos de alcanzarse que nunca”.

 

Publicado en Diario Judio

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