La trampa de Kim Jong-un
En el más absoluto secretismo y luego de 7 años en el poder, Kim Jong-un llegó a Beijing, en un tren a prueba de balas. Es el primer viaje que realiza el mandatario fuera de Corea del Norte desde que llegó al poder en 2011, luego de que su padre, Kim Jong-il, sufriera un ataque al corazón en un tren, ese mismo año.
Probablemente el misterio alrededor de la visita se deba a la paranoia del líder norcoreano, quien en reiteradas oportunidades ha manifestado su miedo a ser atacado por Occidente; miedo que previno a su abuelo y también a su padre de volar, por creer ser un blanco fácil en esas circunstancias. Es por esto que la dinastía prefiere los trenes en lugar de surcar los cielos.
El conflicto entre Pyongyang y Occidente es histórico. La carrera armamentista del Estado Comunista inició prácticamente luego de la separación de Corea del Sur en 1945. Los esfuerzos de la comunidad internacional por detener una bomba de tiempo, parecen haber sido en vano. En octubre de 1994, Estados Unidos y Corea del Norte firmaron un acuerdo, en el que Pyonyang se comprometió a detener su programa nuclear a cambio de petróleo pesado. Los acuerdos entre Corea del Norte y Occidente han sido varios, sin embargo, no han detenido al Estado asiático en su carrera por lograr ser una potencia nuclear.
Larga ha sido la historia de sanciones a Corea del Norte por parte de las Naciones Unidas. Desde 2006, la ONU ha impuesto 16 sanciones, la última de estas fue una resolución tomada por el Consejo de Seguridad el 22 de diciembre del año pasado, donde contemplaban sanciones energéticas. Sin embargo, una semana después, informes de inteligencia revelaron que buques petroleros chinos estaban atados a cargueros norcoreanos y que China había suplido combustible a Corea del Norte, al menos unas 30 veces desde las sanciones aplicadas en septiembre de 2017.
El 81% de las importaciones de Corea del Norte provienen de China y casi el 90% de la producción norcoreana tiene como destino el
gigante asiático.
No es de extrañar que frente a una posible guerra comercial de Estados Unidos con China, Pyongyang quiera capitalizar el descontento de un Xi Jinping que planea perpetuarse en el poder; de una Rusia que se aleja cada vez más de Occidente a niveles de la Guerra Fría y de una Corea del Sur que tampoco se encuentra optimista frente a las amenazas del presidente de los Estados Unidos, de retrasar acuerdos arancelarios, esto, supeditado a las negociaciones y a la presión que pueda ejercer el Sur de la Península coreana sobre su vecino del norte.
La retórica prepotente del inquilino de la Casa Blanca ha despertado el enojo de Oriente y Pyongyang parece estarlo capitalizando. Ante una amenaza en común (Estados Unidos), Oriente se puede estar uniendo estratégicamente; Kim Jong-un sería la manzana de la discordia.
Probablemente la reunión entre los mandatarios comunistas poco haya tenido que ver con la desnuclearización. ¿Será por esto que la vocera de la Casa Blanca dijo:-“…vamos a ser cautelosamente optimistas…” ?
Publicado en Diario Judio